Tenemos la costumbre de escuchar misa los domingos en la capilla de la Residencia de Ancianos cercana a nuestro hogar, el niño en medio de tantos mayores, no pasa desapercibido, los ancianos que escuchan misa allí, no todos, pero si la mayoría, quieren hablarle, le regalan caramelos, le dan monedas para que eche en el cesto de la colecta, le piden que le acompañen en la fila de la comunión, le llevan a apagar las velas del altar cuando acaba la misa, le estrechan la mano, a la hora de la paz, el niño, desde que tiene año y medio, se levanta y le da la paz a todos los que están en su banco y en los bancos próximos, por lo cual, los pobres mayores quieren que nos sentemos cerca para que le estreche la manita el niño, en el momento de dar la paz.
Este hecho me ha regalado dos reflexiones:
Primero: En una oportunidad, me dijo una amiga, que los niños son muy celosos, si le das algún detalle a alguno y está cerca otro, enseguida lo nota y lo reprocha o replica.
"Hasta en estos pequeños detalles nos hacemos como niños cuando llegamos a mayor". Cuando al niño se le pasa por alto algún mayor y no le estrecha la mano y le dice "la paz", entonces replican o ponen su cara de tristeza y algunas veces hasta de enfado.
Segundo: Los consejos de otras personas que por buena voluntad, me dicen que no permita que al niño le den esos caramelos que antes han estado guardados en bolsillos sucios de pañuelos usados; que no permita, que le den la mano y menos un beso, pues, le pegan los catarros, la gripe, etc. que no permita que ..., en fin, agradezco esos nobles consejos porque denotan interés y preocupación por el niño, pero ...¿Quién se acuerda de esos otros niños grandes? ¿Es que es una enfermedad rara y grave llegar a mayor y solo? y si resulta que el niño (como me dijo una vez uno de ellos), les hace recordar a ese nieto que tienen mucho tiempo sin ver y les inspira a rezar por su familia? ¿Qué cuesta un detalle de cariño para una persona sola, viviendo fuera de su familia, después de haber dado tanto por ellos?.
Siempre le pido a Dios que en la distancia recompense todo el sacrificio de mis viejos y que cuando estén solos o tristes pensando en su hija y nieto lejos, tengan un niño cerca que les haga reír con una travesura, que les de el consuelo de un apretón de manos, de un beso o de una sonrisa o la oportunidad de hablar y contar historias aunque sea para responder a preguntas ingenuas que no tienen motivo alguno.-
Un abrazo y rezo para no llegar a mayor sintiéndome sola o un estorbo.
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