Estoy segurísima de que esta forma de infundir aliento, le da vigor al niño, el estímulo de su padre ante las acciones buenas, hacen reaccionar de manera muy positiva, pero, valoré mucho más, esa enseñanza y sobretodo, lo que le ha transmitido al niño de compartir para ayudar y no para que luego se lo dejen a el. Ese sembrar en el corazón del niño la satisfacción de una buena obra realiza.
Por mi parte, comenté, lo bueno que había sido y su mamá me dijo, tiene sus cosas de niños pero la verdad que si, muy poco se enfada y le gusta mucho ayudar a otros.
No obstante, en la vida de nosotros los adultos, y empiezo por mi, de alguna u otra forma, algunas acciones, las hacemos para quedar bien, o para que luego me devuelvan el favor cuando lo necesite, o simplemente no las hacemos y resulta que nos perdemos de la gran satisfacción personal que implica ayudar a otros desinteresadamente y mejor aún si lo hacemos por amor a Jesusito.
Cuanto cuesta (y me incluyo de primera), ceder tiempo, esfuerzo, bienes materiales, intelectuales, espirituales, al servicio del prójimo, sobretodo, cuando ese prójimo no lleva nuestra sangre y además te exige o no te agradece, o no tiene, o no sabe como devolverte el favor, o sabes que te pagará de malas maneras.... en fin, ¡Señor que en mis acciones del día a día, me mueva tu amor.
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
(Santa Teresa de Ávila)
Un abrazo,
Ni un vaso de agua dado a los míos, lo dejaré sin recompensa. Mc, 9, 41
ResponderEliminar¿Por qué no compartir? si tenemos al mejor pagador.