Autor: Mons Juan José Omella Omella | Fuente: revistaecclesia.com
Resumida y adaptada por Mariale.
Queridos niños y niñas:
Os saludo y abrazo a todos, y os felicito por vuestra primera Comunión.
Hoy habéis recibido el regalo más valioso, el don de amor que vale mucho más que todo lo que habéis recibido hasta ahora en vuestra vida: JESÚS, EL HIJO DE DIOS, EL SEÑOR . ¡Qué bueno es Dios! El viene a vuestro encuentro y os visita como amigo para quedarse siempre con vosotros y enseñaros a ser felices, generosos, siempre con ganas de hacer el bien, como habéis aprendido con los sacerdotes y catequistas de la parroquia, pero sobre todo con vuestros padres que os han dado la vida por amor.
También por amor quiso Jesús entregarnos su vida. Antes de morir en la cruz y resucitar, dijo a sus discípulos: “Tomad y comed: esto es mi cuerpo, tomad y bebed: ésta es mi sangre”.
Recordad en vuestro corazón para siempre estas palabras.
A muchos, esto no les entra en la cabeza, por eso se preguntan cómo está Jesús en la Eucaristía:
Yo no lo veo, dicen… Sí, no lo vemos, pero hay muchas cosas importantes que tampoco se ven,
y son las que hacen buena la vida. Os cuento una anécdota que le sucedió al Papa en un encuentro con una multitud de niños que habían celebrado la primera Comunión.
Una niña le dijo al Papa que no había visto a Jesús en la Eucaristía, a lo que el Papa le contestó: “Hay muchas cosas que no vemos y que existen. Por ejemplo, no vemos nuestra inteligencia; y sin embargo, la tenemos. En una palabra, no vemos nuestra alma y, sin embargo, existe y vemos sus efectos, porque podemos hablar, pensar, decidir, etc. Del mismo modo, tampoco vemos al Señor resucitado, pero vemos que donde está Jesús los hombres cambian y se hacen mejores.
Por eso, vayamos al encuentro de este Señor invisible, pero fuerte, que nos ayuda a vivir bien”.
Y esto es lo más importante, amigos, que donde está el Señor todo cambia, porque se da como alimento para que seamos diferentes, más pacientes, con ganas de tratar a todos con cariño, rechazando el mal que nos hace daño, y aprovechando siempre el tiempo para crecer como cristianos.
Por eso, no dejéis de encontraros con Jesús donde siempre os espera, en la Misa del Domingo que es el Día del Señor, donde nos reunimos todos los cristianos mayores y también vosotros, los pequeños de la familia. Y muy importante: Seguid conociendo y escuchando a Jesús en la catequesis, que continúa ahora en los grupos cristianos de chicos y chicas, hasta el día de la Confirmación.
Bien sabéis que el Señor Jesús siente un especial cariño por los niños, está deseando hablar con cada uno de vosotros.
Por eso, os voy a dar una idea, para que todos los días podáis hablar con Él de las cosas importantes de vuestra vida.
Seguro que todos tenéis una imagen de Jesús (si no, los catequistas os la podrán conseguir), ponedla en un sitio visible de vuestra habitación, al que llamaremos el “rincón de la oración”. Todas las noches, antes de dormir, poneos de rodillas delante de Jesús, haced la señal de la cruz y decidle:
Gracias por mi familia, mis amigos y por las cosas buenas que haces por mí, perdona mis pecados, y dime qué puedo hacer por ti y por todos los que viven cerca de mí.
Rezad la oración del Padrenuestro y después, a nuestra Madre, el avemaría, y acabad diciéndoles lo mucho que les queremos. Día a día, veréis cómo esta oración os ayudará de verdad a vivir felices, y os mostrará lo grande y bueno que es Dios…
En el Colegio, sed amigos de todos y aprovechad el tiempo, porque estáis en una etapa muy bonita de vuestra vida para aprender. Supongo que estáis apuntados en la clase de religión católica, que os ayudará a conocer mejor le fe cristiana y el mensaje de Jesús.
Quered mucho a vuestros padres, hermanos y abuelos. Sed obedientes y colaborad en todo. Y pedidle a Jesús que seáis una familia unida y feliz.
Os quiere y os bendice.
+ Juan José Omella Omella
me ha encantado esta carta para mi hijo.
ResponderEliminarQue bueno que te haya gustado, espero a otros también.
ResponderEliminarMariale.