sábado, 28 de junio de 2014
Ha dado mucho que hablar esta profesora universitaria...
La carta que la profesora de física colgó en el tablón de anuncios
Como veis acabo de colgar las notas finales del ordinario de Física II. No puedo por menos que haceros llegar mi más profundo descontento con lo que he tenido que leer en los últimos días. Ya no se trata de no hacer o de no saber, sino de las auténticas BURRADAS que muchos de vosotros habéis dejado por escrito, amén de faltas de ortografía que me hacían sangrar los ojos, así como auténticas cochinadas de examen llenos de tipex, tachones, frases sin acabar, bailes de ecuaciones sin sentido ni explicación, ausencia de hilo conductor de las exposiciones, pésimas redacciones y laberintos de letras ilegibles. Se supone que sois universitarios, que dentro de algunos años llevaréis las riendas de la sociedad y tendréis que trabajar por ella. ¿Sabéis qué imagen dais algunos con vuestros exámenes? Me da vergüenza colgar esta lista, os aseguro de corazón que me da vergüenza y que todos los exámenes que pasan de 4 están corregidos dos veces con lupa intentando buscar algún detalle que se me hubiera pasado para subir la nota. La gran pregunta es ¿no os da vergüenza a vosotros? he encontrado hielo fundente a 100ºC, a 6,66ºC a -20ºC, … ¿A QUÉ TEMPERATURA ESTÁ EL HIELO FUNDENTE, POR DIOS? ¿O es la palabra fundente lo que no entendéis? (cosa que ya me preocuparía en exceso). Primeros principios de la termodinámica que relacionan el trabajo con la carga, CON LA CARGA!!!!!! ¿QUÉ CARGA? Haces de luz con trayectorias en espiral ¿LO HABÉIS VISTO ALGUNA VEZ? Luz no luminosa. ¿QUÉ ES ESO? Y no sigo porque la lista de despropósitos es infinita. Y ninguna de estas "originalidades" las he encontrado una única vez sino varias, algunas hasta unas cuantas docenas de veces. ¿NO OS DA VERGÜENZA? Espero y confío que esto os sirva de aprendizaje para el extraordinario, que hagáis los exámenes limpios, ordenados, bien redactados, sin faltas de ortografía ni burradas infantiles y sobre todo espero que estudiéis como los que sois, estudiantes universitarios, ADULTOS. Como tales ocupáis un lugar privilegiado en estos tiempos tan difíciles que corren, y ello os obliga a estudiar 8 horas diarias, a trabajar como cualquier trabajador once meses al año, cosa que por más que me juréis que hacéis no puedo creer a la vista de la inmensa mayoría de lo que he leído. No sería justo por mi parte hablar sólo de los desastres que he encontrado, aunque hayan sido la más aplastante mayoría, como veis en la lista. Ha habido exámenes que han sido una auténtica delicia de corregir, de algunos de vosotros que traslucís con rotunda evidencia lo mucho que habéis estudiado y lo que os habéis esforzado durante toda la evaluación continua. Mi enhorabuena más sincera a todos vosotros. Y mi agradecimiento por vuestro esfuerzo. Y si unos cuantos pueden ¿por qué los demás no? Pensadlo. Por favor. Haced autoanálisis, una autocrítica, tened el valor de ser sinceros con vosotros mismo y poned remedio a tiempo. O en caso contrario no os empeñéis en algo que os queda grande, si es que es esa la conclusión. Repito que sois unos privilegiados en estos tiempos tan duros que corren y que es inmoral la forma en la que muchos de vosotros despilfarráis recursos y vuestro potencial. Como consejo de abuela os digo algo que seguro que ya os han dicho antes: jamás volveréis a tener ni la edad, ni la fuerza, ni el potencial, ni las oportunidades que tenéis hoy, aprovechadlas antes de que os tengáis que arrepentir de no haberlas aprovechado. Estoy muy disgustada, y en honor a la verdad, cabreada. Es por ello, y por otras ocupaciones que tengo, que prefiero enfriar y dejar la revisión de exámenes para el lunes 16. Si venís a ver vuestros exámenes haceros conscientes de lo que habéis escrito, leed el Tipler, y analizar vuestras respuestas. No estoy dispuesta a repetir n veces lo mismo. A muchos os voy a poner a leer en voz alta lo que habéis escrito. Espero que en el extraordinario me deis más alegrías. Recibid todos un saludo.
domingo, 6 de abril de 2014
domingo, 12 de enero de 2014
¿Por qué no le tengo miedo a morir?
Durante 16 gloriosos años, di clases a chicos de undécimo grado en una escuela secundaria especializada de Miami. Para mí, dar clases no era una forma de ganarme la vida. Era mi vida.
Nada me hacía más feliz o me satisfacía más que estar al frente en un salón de clases y compartir las obras de escritores como Shakespeare, Chaucer, Jack Kerouac, Tupac Shakur y Gwendolyn Brooks y ver a mis estudiantes "atrapar" mi pasión por el lenguaje y la literatura.
Disfrutaba viendo a estos jóvenes de 15 y 16 años enfrentar sus primeras decisiones importantes en la vida —futuras carreras, relaciones, dónde vivir, a qué universidad ir, qué estudiar— al mismo tiempo que aprenden a conducir, obtienen su primer trabajo y experimentan con la identidad e independencia.
No hubo un día en el que no me sintiera privilegiado de ser parte de sus metamorfosis y agradecido por la oportunidad de afectar sus vidas.
Mi salón de clases era mi santuario, así que el día antes de Acción de Gracias en 2006, cuando me diagnosticaron un cáncer en el cerebro incurable a la edad de 34 años y me dijeron que me quedaba menos de un año de vida, hice lo que siempre había hecho. Fui a la escuela. Necesitaba que mis estudiantes supieran que confiaba en ellos para compartirles el paso más sacrosanto de la vida. La muerte.
Ellos, a cambio, me ayudaron a disfrutar el momento y a usar bien el tiempo que me quedaba. En seis años, el único de tiempo en que no estuve en el salón de clases fue cuando me sometí a una cirugía cerebral. Nunca evité hablar con mis estudiantes del hecho de que tenía cáncer, glioblastoma multiforme, pero tampoco hablábamos constantemente.
Cubrí mi cabeza calva y lacerada con un gorro de lana y programé la quimioterapia alrededor de mis clases; logré funcionar tan bien estando enfermo que podía correr al baño, hacer mis necesidades, levantarme, cepillarme los dientes y apresurarme de vuelta a la clase en menos de tres minutos. Ellos hacían como si no lo notaban. Durante ese tiempo, incluso fue elegido "Maestro del año" en mi región. Daba gracias por cada respiración y sentía que podía vivir así para siempre.
Luego, hace dos veranos, el tumor en mi cabeza decidió actuar. Estaba jugando billar con un amigo cuando tueve una catastrófica convulsión que me dejó paralizado y casi ciego. Luego de dos meses de terapia física y un nefasto pronóstico, me vi obligado a enfrentar el hecho de que ya no podía ser el maestro que fui y presenté mi renuncia.
El cáncer finalmente había logrado sacarme del salón de clases, pero no estaba dispuesto a permitir que me sacara de la vida. No le tenía miedo a la muerte. Temía vivir sin propósito.
Parafraseando a Nietzsche, una persona que tiene un "porqué" para vivir siempre encontrará un "cómo". Mi "porqué" siempre habían sido mis estudiantes. Sólo tenía que encontrar un nuevo "cómo". Como ya no había un salón de clases para que pudieran venir a mí, decidí ir yo a ellos.
En septiembre de 2012, publiqué mi plan en Facebook. Dije que quería pasar el tiempo que me quedaba visitando a mis antiguos alumnos. Mi propósito era tener una oportunidad de ver por mí mismo qué estaban haciendo y ser testigo de cómo, si es que en algo, los había ayudado a formar sus vida. Era una oportunidad que pocas personas tienen, pero muchas, particularmente en el caso de maestros, codiciarían.
Tan sólo horas después de hacer la publicación, tenía invitaciones de estudiantes en más de 50 ciudades de todo el país. A principios de noviembre, comencé mi viaje; recorrí Estados Unidos en bus y en tren, acompañado de mi bastón de punta roja.
En los tres meses siguientes, recorrí más de 8.000 millas (12.874 kilómetros) desde Miami a Nueva York, al centro de Estados Unidos y Golden Gate de San Francisco, visitando a cientos de mis antiguos alumnos. Mi esperanza era descubrir que había inculcado al menos en algunos de ellos un amor duradero por los libros y la literatura y una profunda curiosidad por el mundo. Sin embargo, lo que mi viaje me enseñó fue algo más gratificante incluso.
Lo que aprendí de mis viajes fue que mis estudiantes se habían convertido en personas amables y bondadosas.
Personas que me levantaban cuando me caía en la calle, me leían libros cuando no podía ver y cortaban mi comida cuando no podía agarrar un cuchillo. Compartieron conmigo sus secretos más profundos, me presentaron a sus familiares y amigos, me cantaron mis canciones favoritas y me recitaron mi poema favorito.
Tal como esperaba, recordaron sus lecciones y libros favoritos que habíamos trabajado en clase, pero para mi grata sorpresa, fue el tiempo que pasamos juntos lo que parecía tener más importancia para ellos. Esos breves e íntimos intervalos entre las lecciones cuando compartíamos penas, vulnerabilidades y victorias fueron los momentos que mis estudiantes recordaban.
Y fue por ellos que comprendí que esos momentos tan humanos, cuando nos conectamos en un profundo nivel personal, eran los que hacían que mi vida fuera tan rica, en ese momento y ahora. Mis estudiantes me habían enseñado la lección más grande de todas. Me enseñaron que lo que importa no es tanto lo que aprendemos en clase, sino lo que sentimos en nuestros corazones.
Soy un hombre pragmático. Sé que no hay razón por la cual debería seguir vivo. El cáncer nunca me deja olvidar que es él y no yo, quien al final ganará esta batalla de voluntades. Sé que la enfermedad se saldrá con la suya en mi caso, más temprano que tarde.
Mis extremidades se están debilitando y mi memoria se desvanece. A medida que mi mundo se apaga a causa del tumor que crece en mi cabeza, veo incluso con más claridad que nunca los regalos que la promesa de una muerte temprana ha traído.
Mis viajes han terminado, pero mis estudiantes están ahí, a una llamada telefónica, un correo electrónico o un mensaje de distancia. Y de las lecciones que aprendí en el camino, yo, tomando prestadas las famosas palabras del gran Lou Gehring, moriré sintiéndome como el hombre más afortunado de la Tierra.
Fuente:http://cnnespanol.cnn.com/
jueves, 2 de enero de 2014
Concierto de Año Nuevo.
- Hoy 1 de enero, como ya es costumbre (74 ediciones), El Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena en Austria, en esta oportunidad dirigido bajo la batuta de Daniel Barenboim, que ya tuvo el honor en 2009.
- Cada año mejora al anterior, la programación exquisita, incluyendo los comodines o extras como el famoso Danubio Azul de Johann Strauss hijo o mejor conocido como Johann Strauss II.
- Tarea casi imposible intentar asistir en persona al Concierto, hay listas de espera desde el año anterior y las entradas se adjudican por sorteo, "en teoría" sólo 700 agraciados pueden apreciarlo en persona y las entradas según Google, oscilan entre los 30 y 940€.
- Pero bueno, menos mal que podemos disfrutarlo desde la comodidad de nuestra casa porque se retransmite en directo a más de 85 países y en alta definición, aprovechando un despliegue tecnológico que nos permite disfrutar incluso de los detalles de la Sala Dorada de la Musikverein que es donde tiene lugar.
- Aquí en España se ha trasmitido a las 11,15 h, como de costumbre por La 1, y en alta definición en TVE HD.
- El programa del concierto, compuesto en su mayoría por obras de la dinastía Strauss, ha ofrecido también piezas del francés Leo Délibes, y los austríacos Joseph Lanner y Joseph Hellmesberger, que los filarmónicos supieron interpretar con su legendaria brillantez y precisión.
- Tras el receso ofrecido con el ballet de Délibes, la obra de Josef Strauss siguió dominando hasta el final del concierto, con el vals "Dynamiden" y la polka "Sin angustia", que siguieron con la estela optimista del concierto justo antes de los esperados "El Danubio Azul" y la "Marcha Radetzky", acompañada por las palmas del público. Este año como hecho singular durante la "Marcha Radetzky" El director se dedico a saludar estrechando su mano a cada uno de los músicos de la orquesta un anécdota sin precedencia.
- El año que viene dirigirá el recital de música clásica más mediático del planeta el veterano director indio Zubin Mehta, en la que será la quinta vez en la que dirige el Concierto de Año Nuevo.
A todos y todas Feliz Año 2014 ... y recordad !Año Nuevo Lucha Nueva!
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